Exterior edifici Etnogràfic Campos

El Edificio: historia y evolución

Transformación a lo largo del tiempo. De una bodega familiar a un museo de etnología: la conversión del espacio en el Etnográfico Campos. El solar que ocupa el edificio de esta exposición, es de procedencia familiar.

El solar donde se ubica Etnogràfic Campos

Los terrenos, que originariamente estaban formados por dos solares, fueron adquiridos por Miquel Ballester Ginard, bisabuelo del actual propietario a principios del siglo XX, a su regreso a Campos tras unos años de emigración en Argentina.

El objetivo era disponer de un solar para cada uno de sus dos hijos varones para que se pudieran construir una casa familiar cuando se emanciparan. Como todavía eran muy jóvenes, el novel propietario levantó las fachadas de la planta baja y en uno de los solares hizo un amplio local. En estos solares, ninguno de sus dos hijos llego a construir una vivienda y esta estructura ha llegado hasta nuestros días prácticamente como la dejó el primer propietario.

Ambos solares se unificaron y el actual propietario lo heredó en plena propiedad tras la muerte de su progenitor y donación de su progenitora.

Usos del local hasta la creación de Etnogràfic Campos

Detall interior Etnogràfic Campos

Inicialmente, el local existente fue destinado al resguardo de útiles agrícolas y materia prima de carpintería hasta el año 1969, luego convertido en bodega para la elaboración de vinos que se consumían y vendían en el negocio familiar que tenía en el centro del pueblo.

Cuando el propietario actual tuvo disposición del local, se acomodó en él de forma provisional y mínimamente ordenada, parte de la colección que hoy vemos en esta exposición. Durante este período, en un taller habilitado en una de sus dependencias se limpió y restauró la mayor parte de las piezas que hoy se exponen en el actual edificio.

Reforma y habilitación del edificio para exhibición

El actual propietario, debido a los problemas de humedad, cuando todavía no tenía preconcebida la idea de una exposición pública de la colección, decidió realizar una reforma y ampliación del local.

Se consideraron distintas posibilidades: una intervención simple en la cubierta; una ampliación en la planta baja, lo que podía asumir con el ahorro personal; o una ampliación en planta baja y primera, aunque salía del presupuesto económico previsto. Se optó por encomendar un proyecto al arquitecto Jordi Oliveras, experto en intervención estructural en edificios existentes, ya que se intentaba conservar las antiguas paredes. Una vez redactado el proyecto y obtenidos los presupuestos de varias constructoras, se tomó una decisión importante: se vendería patrimonio familiar para obtener una mayor capacidad económica y así poder añadir una segunda planta, optimizando la edificabilidad permitida en este solar.

Esta decisión también venía motivada por otra más importante y arriesgada: intentar abrir la colección al público.

Este hecho suponía un gran reto para el nuevo edificio. Debía adaptarse a la normativa de accesibilidad, contra incendios, de ventilación y un largo etc. Además, los forjados debían tener una capacidad portante que fuera capaz de soportar el peso de los objetos de la colección.

Por último, el proyecto modificado fue presentado al ayuntamiento para obtener la oportuna licencia de obras y de actividades. Una vez obtenidos los oportunos permisos de escombros parciales, se procedió a la construcción del edificio, justo cuando acabábamos de salir del aislamiento por la pandemia de la Covid-19. Las obras fueron realizadas por la empresa Construcciones Gemar.

La tipología de la obra, fue elegida conforma un coste mínimo para poder adaptarse a las posibilidades económicas de la propiedad. Como podrá observar el edificio dispone de un diseño sencillo en su exterior, mientras que su interior se ha dejado prácticamente toda su estructura vista, sólo interrumpida por mamparas y vitrinas de materiales no pétreos. Con esto se conseguían dos propósitos; el principal, que era optimizar al máximo los recursos económicos disponibles y por otra parte conseguir un edificio muy neutro estéticamente para que el continente no se interpusiera con el contenido de la colección.

Los acabados interiores, así como el recubrimiento de imperfecciones de los encofrados, el pintado directo sobre los muros de hormigón, las instalaciones, etc., fueron realizados mayoritariamente por la propiedad, familiares y amigos. Por último, se tuvo que dotar al edificio de sistemas de seguridad y accesibilidad, realizados por empresas especializadas.

Cuando el edificio fue terminado y dispuso del final de obra, se procedió al traslado de las antigüedades desde varios almacenes.

El montaje de la colección tuvo una duración de más de tres años y fue realizado exclusivamente por el actual propietario y su pareja. Supuso un esfuerzo titánico sólo superable, por la constancia en el trabajo y la ilusión de poner al alcance de todos este granito de nuestra cultura.